jueves, 8 de diciembre de 2011

Cotos de caza en el Perú

Dos ex cazadores dedicados a la conservación, nos explican cómo la cacería deportiva bien manejada, practicada en los bosques secos de El Angolo (Piura) puede ser complemento del turismo con beneficios para las comunidades.
A la entrada de su oficina, en el segundo piso de un edificio prefabricado, en la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM), donde dicta clases, Pedro Vásquez Ruesta tiene dentro de una gran pecera con tierra a "Billy", boa mantona de unos dos metros de largo. Con el cuerpo enrollado como una cuerda, la serpiente duerme apaciblemente y deja ver su cabeza apoyada en dirección a nosotros.
"Unos alumnos lo rescataron de un aserradero en Pucallpa y me lo trajeron hasta encontrarle un nuevo hogar", refiere el profesor Vásquez, quien además de enseñar una maestría es director del Centro para la Conservación de UNALM.
"Es una boa constrictora -advierte-, significa que no es venenosa, utiliza su cuerpo como arma mortal: se enrolla sobre su presa hasta asfixiarla y causarle la muerte".
Vásquez es ingeniero forestal, pero especializado en fauna. Como una muestra de su labor con los animales guarda en sus estantes, cual enciclopedia de libros de zoología, los restos de un venado, unos cuernos de cuatro y hasta seis puntas, que son trofeos para los cazadores deportivos. Me enseña la diferencia con los ciervos colorados, con unos cuernos más largos y grandes que mantiene en otro rincón de su oficina.

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